Blogger Template by Blogcrowds.



CUADERNO DE BITÁCORA.
(Viernes, sábado, domingo y lunes por Granada)

Nos despedimos el treinta y uno de Julio con un abrazo sincero y sentido, tú me regalaste un ajedrez, yo prometí ir a visitarte pronto.
(…)
Dos meses y pocos días después cumplí mi promesa.
Me recibiste con los brazos abiertos y la preciosa sonrisa que te caracteriza,
me abrazaste, me llevaste hasta tu diminuta casita;
la entrada y su pequeño pasillo donde tiendes la ropa,
un armario (sin más luz que la de una linterna) para guardarlo todo,
el aseo con bañera y lavadora,
el salón-comedor-cocina-estudio y dormitorio, todo esto separado
tan solo por un biombo.
Un fogón, una tostadora, una neverita de juguete y la tetera que te regalamos
por tu cumpleaños.
Una cama de noventa, la mesa de estudio,
una lamparita roja, una cámara réflex, algunos libros de arte
otra cama supletoria y una diminuta caja de música de bolero (Trousselier ravel)
a la que di cuerda todos los días que estuve allí, esta vez era yo el que susurraba
“-cuéntame un cuento”- y añadía para mis adentros, pero que sea cierto.

En la pared, con hilo y unas pinzas, siete de color rojo
y una de color verde colgaban
ocho fotografías que no quería mirar pues sabía bien quien aparecía,
pero al contarlas observé la cuarta fotografía que tenías repetida,
(empezando por la izquierda, sujeta con una pinza más gruesa que el resto)
era la nuestra,
la que nos hicimos en aquel fotomatón poniendo morritos y caras raras:
dos pareja; una consolidada con el paso del tiempo y otra traicionada,
cuatro personas, dos copias, ocho personas en total, entonces rompí a llorar
pero esta vez no por recordarla,
sino por formar parte de tu vida,
por estar presente en esa pared de recuerdos que cada día al levantarte observas antes de coger el autobús número nueve para ir a clase,
mientras, tú te duchabas.
Lo que no sabes, es que me desperté cuando entraste al baño y sonaron los
“Pájaros mojados” y el resto de un repertorio que parecía preparado para ese momento.
-¿Sabes lo que conseguiste?-
- Que sonriese y llorase a la vez porqué tú, como hacías en nuestra casita, cantabas con tu voz angelical;
ahora me atreveré a escucharlo sin entristecerme
pues cuando lo haga me recordará a ti y no a ella.

-Buenos días- me dijiste sonriendo mientras yo fumaba en la cama.
-Buenos días- contesté disimulando mis lágrimas.
-¿Tostadas?- preguntaste.
-¡Perfecto!- sonreí.
Nuestro desayuno veraniego. Tostadas y zumo, esta vez de manzana, de fondo la radio, la emisora de siempre, sonaba un tango, yo seguía sonriendo, sólo faltaba el aroma a jazmín y el sol luchando por entrar por el cristal la ventana.
Porque como en la casa de nuestro pueblo, aquí tampoco pasaba mucha luz.

Salimos a la calle, estaba nublado y llovía,
no teníamos paraguas pero era perfecto,
caminar juntos por la ciudad de Lorca charlando,
riendo, perdiéndonos por las calles pero sin prisa por llegar a ninguna parte;
allí nos esperaba el resto de la gente para comer.
Yo, vino tinto y paella de marisco,
Tú, un bocadillo de filadelfia con salmón y otro de lomo con mucho alioli.
(Volvimos a reír recordando esas cenas en las que los tres devorabais ese mejunje de ajo, jejejejej)

Por la noche esperamos a que llegase de trabajar tu hombre,
una de las personas más fuertes y sensibles
y al poco llegaron a visitarnos la pareja que conocí en Altea.
Una granaina, con sonrisa de niña y conversación infinita,
y su novio, el caballero bondadoso de historias fantásticas,
amante de la cerveza y adicto al cine de serie B.
Como no, volvimos a reír todos juntos. Me emocionó muchísimo verlo,
lo admiro tanto…

A la mañana siguiente, mi gran amigo marchó a trabajar temprano,
nosotros nos despertamos más tarde, primero tú, de nuevo en la ducha, pusiste música y comenzaste a cantar. Esta vez “Mentiroso mentiroso”,
después “Magia”
de nuevo desperté con una sonrisa.
-Buenos días- dijiste sonriendo
-Buenos días- respondí alegre.

Marchamos a la aventura,
a caminar
por Granada muy bien acompañados.
Pasamos por una calle llamada “Calle de los abrazos” y como no,
nos hicimos una foto haciendo gala.
Un abrazo que nos cargaba de energías y vibraciones para soportar todo lo que nos está pasando sin que nos lo merezcamos.
Más tarde fuimos a una librería,
muchísimo más grande que la que regentábamos
en Altea. Librería Picasso se llamaba.
Allí estuvimos mucho tiempo, mirando, comparando,
leyendo y comprándonos libros:
Yo compré “El enigma Kurt Cobain” y “Escritos de un viejo inocente” para seguir con mi colección de Bukowski.
Tú compraste un libro precioso de Polaroids y “El guardián entre el centeno”, podríamos haber estado horas y horas,
pero nos esperaban.
Siete personas maravillosas
con las que disfrutamos yendo de tapas,
bebiendo, fumando, riendo…

El último día, por la mañana,
tuvimos más suerte y estuvimos los tres.
Me llevasteis al Albaicín para ver la Alambra.
Subimos las cuestas empedradas,
pasamos por tres pequeñas iglesias,
por puertas antiguas preciosas.
-¿No le haces una foto?- me dijo él.
-Hay una persona a la que le encantaría esta puerta- contesté
-¡A mucha gente!- dijiste tú.
-Jejejej- así que saqué la cámara y la fotografié.

Al bajar, paramos en un bar para tomar unas tapas.
Más cerveza y pescadito frito.
Mientras bebíamos surgió la idea para hacer una exposición en común,
el bolígrafo y el óleo se juntarían para tratar una temática,
el realismo sucio. Exposición Hank Chinaski.

Acompañamos a tu novio al trabajo,
estuvimos con su hermana, observando fascinado
las conversaciones que tenían entre ambos,
reímos sin parar.
Nosotros nos fuimos de nuevo a pasear
y volvimos más tarde para ver si se venía cenar
con el resto, pero el cansancio era más que comprensible, hacía meya,
así que me despedí de él con un fuerte y largo abrazo
mientras nos hablamos al oído.
-Gracias por venir y siento no poder haber estado más tiempo con vosotros-
-No pasa nada campeón, volveré las veces que haga falta,
no te preocupes por nada. Gracias a ti por estar ahí.
Muchas gracias por todo, cuídate ¿vale? y cuídala-
-Claro que sí, cuídate tú también eh-
-Lo haré-

Me aparté unos metros y dejé que os despidieseis,
mientras yo secaba mis lágrimas,
no eran lágrimas de tristeza sino de vitalidad.
De ver lo fuerte que puede llegar a ser una persona
ante las verdaderas adversidades y las putadas
de la vida.

Nos fuimos a cenar y luego de nuevo a tu casa.
Una vez allí pactamos sin hablar
un silencio perfecto, yo miraba el libro Polaroid mientras tú recogías la ropa
y organizabas tus cosas.
Me acosté en la cama supletoria, encendí una vela para leer el libro de Bukowski
y tú pusiste música.
Te acostaste también con un libro,
no podía verte pues nos separa el biombo
pero sabía que estabas ahí, como has estado durante todo este tiempo.
Te levantaste mas pasado un rato
y te sentaste enfrente del ordenador para escuchar música con el volumen casi al mínimo y yo…
tenía ganas de levantarme
para abrazarte y darte las gracias,
pero preferí seguir llorar
al escuchar la última canción, “Pájaros de barro”

A la mañana siguiente, la última, recogimos el piso
y nos fuimos a comer algo rápido antes de salir
(huevos de codorniz con patatas) para los dos.
Cuando terminamos yo
me tomé un café
y tú una infusión…
entonces sí te abracé con todas mis fuerzas.

-Gracias, gracias por todo-
-De nada, nos volveremos a ver muy pronto-
-Claro que sí, claro que si-

Nos besamos aun abrazados y nos separamos.
Tú te fuiste a la tienda a darle una sorpresa a tu novio,
pues no te esperaba, y yo monté en el coche
con lágrimas en los ojos
y una sonrisa que todavía manteniendo.


-De todo se aprende, sólo hay que quedarse con lo bueno-
y sinceramente el haberte conocido y saber que puedo contar contigo, al igual que tú conmigo, es lo único que merece la pena.

Por cierto...en Altea también está lloviendo.
Gracias por todo

0 Comments:

Post a Comment



Entrada más reciente Entrada antigua Inicio