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Sólo juego, como jugó ella,
en la cuerda floja,
sigo leyéndole, poeta,
y siendo como soy,
me he sentido aludido.
Está en su derecho,
si así fuera,
de defenderla
y aún así seguiré
visitando sus patos,
mas...el silencio
no quise que me diera
por la injusticia que con el cometió.
No me tapará la boca
ni me cortará las manos,
pues las palabras
son
un arma de doble filo
con las que ya me he autoinmolado
mientras una sonrisa
y otro hombre, de nuevo, el mismo,
sigue y/o comienza junto a ella.

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