Él la miró fijamente,
durante unos segundos,
a muy poca distancia.
Exhalaba su propio
aliento al chocar contra
los labios de ella,
húmedos, ansiosos
por ser lamidos.
Acarició lentamente
sus labios con la lengua.
Y le susurró ¡te amo!
Ella derramó unas lágrimas
que endulzaron
el sabor de aquel sutil beso.
Comenzó entonces
una noche infinita
que perdura en el alma
de los amantes de Selandia.
durante unos segundos,
a muy poca distancia.
Exhalaba su propio
aliento al chocar contra
los labios de ella,
húmedos, ansiosos
por ser lamidos.
Acarició lentamente
sus labios con la lengua.
Y le susurró ¡te amo!
Ella derramó unas lágrimas
que endulzaron
el sabor de aquel sutil beso.
Comenzó entonces
una noche infinita
que perdura en el alma
de los amantes de Selandia.
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