No pido besos
metálicos,
sólo la fragilidad
de los besos,
de unas sábanas
que añoran el
aroma a carmín,
besos de papel,
en la madrugada
de un hasta siempre
desnudo
en las cumbres
de tu torso
enrojecido,
te añoro,
como estas
sábanas que
embalsamaste
de sonrojo.
Sollozos a
dentelladas,
en el traqueteo
de mi devoto vaivén.
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