Empiezo a pensar
que no existes
más que en mi cerebro,
que junto al aluvión
de pájaros con esmoquin
sobrevuelas centelleante
con tu tez de porcelana fina
y tus labios excesivamente
pintados de sangre
para sonreirme al pasar,
sin decir nada,
ni tan siquiera
sé como suena tu voz
(si es que suena)
0 Comments:
Entrada más reciente Entrada antigua Inicio