El silencio carga la pistola
por la espalda,
apunta a la nuca descarriada,
vencida, mirando al suelo…
el piano sigue sonando
¡Cargo!
el cargador retrocede lentamente,
por inercia vuelve a su sitio
(con un sonido seco)
el retroceso es imparable…
¡Apunto!
A bocajarro el cañón helado presiona
mis cervicales erizando mi piel,
forzando mis últimas palabras…
¡Disparo!
El relámpago y el humo fluyen
entre un reguero de sangre impasible
y mi nuez es empujada junto al proyectil
fuera de mi garganta
“Huele como a espíritu adolescente”.
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