La rotundidad de un abrazo que parte mis vértebras,
mis costillas contra las tuyas se desquebrajan
por los latidos de nuestros pesarosos corazones
que palpitan enfermizamente descargando un adiós…
Un beso en la mandíbula que retumba por todo mi cráneo
dejándome sordo, mudo, ciego.
¡No me sueltes, todavía no joder!
Maldigo el paso del tiempo que nos empieza a separar robándonos lo que somos;
odiando el silencio en el que me sumerjo yo y mis putas lágrimas incontrolables.
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