Yo no seré un enclenque naipe de una torre expuesta a la gélida tormenta de la amistad,
permaneceré siempre a vuestro lado, como lo habéis hecho vosotros queridos amantes de la tierra de Lorca.
Tú, ángel dorado, cada noche escucho aquella estrofa cantada por ti que me enviaste porque te recordaba a mi “a tus atardeceres rojos se acostumbraron mis ojos como el recodo al camino, soy cantor, soy embustero, me gusta el juego y el vino, tengo alma de marinero, que le voy a hacer si yo nací en el mediterráneo, nací en el mediterráneo, nací en el mediterráneo” no estés triste, sonríe a tu hombre, míralo a los ojos y dile lo que sientes, dile que lo amas, que tu vida es la suya. No tengas miedo, jamás tengas miedo de abrirle tu corazón, pues él nunca te traicionará, en sus ojos la veracidad reluce con un brillo inmaculado, y en aquel texto que le escribí, era a ti a quién le susurraba en una de las noches granaínas.
Tú, hombre de fe, siempre fuerte, sereno y atento a tu mujer, tú que me has escrito durante días una frase de ánimo y el simple hecho de escuchar tu voz desde la experiencia han calmado mis ansias por desaparecer. Tú que me descubriste los trece minutos y treinta segundo musicales más sublimes de mi vida Shine on you crazy diamond (con los que he ahora escribo), ¡amala!, amala todos los días como el primero, como si mañana fueses a desaparecer.
Abrazaos sin deciros nada, abrazaos fuerte, hasta que sintáis que vuestros corazones son el mismo, sólo entonces la verdad de vuestro amor hará brotar de vuestros ojos unas lágrimas sinceras que necesitan ver la luz y evaporarse en las mejillas.
Sentaos uno en frente del otro, cogeos de la mano sin dejar de miraros, acariciaros las palmas de las manos, los dedos, las uñas, las sienes.
Deciros cosas sin hablar y sonreíros mutuamente.
Sois afortunados porque aunque la vida os esté castigando sin merecéroslo, os tenéis el uno al otro, no lo olvidéis. ¡Os tenéis el uno al otro! Y además, en vuestro pueblo, yo os sigo esperando.
Hoy he vuelto a casa, para hacer una foto y enviarosla. Había un perro enorme que ocupaba todo el balcón, pero no me ha ladrado. Quizás sabia por qué estaba allí.
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