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A LA POETA

Y entonces te leí, como de costumbre,
(es como mirarme en el espejo y ver mi alma; ¡poeta!)
Esta vez eran tres frases categóricas,
veinticuatro palabras inapelables,
una de ellas en mayúscula
como la verdad de su indiscutible significado,
ciento doce letras rotundas que conforman una jaculatoria de necesidad y descarga, de desgarro y señorío, de elegancia en la resignación inquieta que te hace rebelarte y ser tú una vez más, como siempre;
un ejemplo,
una luchadora,
una valiente,
una mortal que se niega a morir en el fragor de la batalla más cruel.
-¡Levántate!- me dijiste en la barricada cuando los fuegos y las balas me atravesaron el corazón mientras me ofrecías tu hombro de apoyo zurdo, me taponaste la herida manchado tus manos de sangre y dolor.
Ahora estoy contigo,
-¡Levántate!- aquí me tienes, aquí nos tienes a los dos, contigo.
-Vamos ¡VALIENTE! ¡Levántate!-

1 Comment:

  1. Aponia said...
    Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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