Regresar
al puerto de la duda
siempre es: duro, pesado,
odioso, difícil.
Quererme es un infierno
negro de lloros incansables.
Quererme es tedioso
y casi imposible
puesto que detrás de mi austera
sonrisa que moja como la lluvia fría
en un invierno no hay nada más.
¿Por qué me relajará el replique
de las campanas que saben a duelo?
¿Por qué cerraré los ojos para no ver amanecer?
¿Por qué espero que no suene el teléfono
para no tener que escuchar a nadie?
¿Por qué no me atreveré a terminar con esto?
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