EYACULACIONES

El gris no se apiada de mí y se impone en todo el pueblo,
la tristeza invade la mar que no arremete contra el suelo,
no hay vida, ni vaivén en las olas,
tristeza, tristeza;
el dolor es tan insoportable que impide mirar tras las ventanas
por la abundancia de las lágrimas que ciegan mis ojos;
duele ver el exterior y como amenazan las nubes de muerte,
hay tantísimo duelo en el aire que de nada sirve ser fuerte,
para qué ser valiente si vamos a morir de todas formas,
de qué nos sirve redimirnos si la punta de hierro sigue teniendo un filo punzante hacia la perdición,
el miedo recorre todo mi cuerpo,
tiemblo como una fina hoja a merced de una tormenta ancestral,
no soporto mirar el reflejo de la luna en mi cráneo,
(sé que dentro de poco no lo soportará)
me es imposible mirar los huesos que se manifiestan fieramente sobre mi piel
(sé que dentro de poco tampoco lo soportará)
y entonces me veré obligado a refugiarme en el abismo de la soledad
y la perdición de las letras y las historias imaginarias
esperando a que estalle la enfermedad que se está forjando
dentro de mis pulmones, de mi tráquea, de mi boca,
de mis labios, esos que no saben besar
y saben a humo y ácido.