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PARCA

Espero impaciente pero con calma a que vuelvas con tu mantilla
y ciegues mis tristes ojos que ya no sienten, ni por nadie lloran.
Es tu espera un mar de silencios,
y un cementerio de huesos en mi mano zurda enamorada,
la misma que escribe tu nombre en voz baja
para que nadie impida nuestro encuentro.
Que sea mi cuerpo un laberinto de sangre al descubierto,
que se instale en él, el frió de una bala,
que no llorará ni la traidora ni la amada
que ninguna acudirá a mi desfile para poder escupir con odio y rabia sobre mi tumba.

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