Aquel día fue el más feliz de su vida. Eran las cuatro menos cuarto de la madrugada, él estaba apurando la última calada de su cigarro mientras escribía en el ordenador un relato sobre un suicidio.
Bebía mate y había puesto un poco de incienso, no era costumbre en él, pues el fuerte olor le mareaba, pero esa noche la brisa pegajosa, característica del pueblo con mar donde vivía, se colaba por la ventana entreabierta proporcionando un clima de tranquilidad.
En el relato un escritor que llevaba poco tiempo en el oficio se había enamorado de la protagonista que él mismo había creado. Pasaba los días escribiendo, sumergido en una realidad paralela para evadirse de la realidad establecida.
Sonó el teléfono, un número que no conocía. No solía contestar a esas llamadas aunque pensaba que podrían ser algo importante. Esta vez fue diferente, tuvo una sensación extraña, no sabía muy bien qué era pero sintió la necesidad de contestar.
Descolgó y dijo:
-¿Quién?-
....
-Hola Pablo-
...
Era su voz, era ella; después de un mes sin saber si quiera si seguía viva lo estaba llamando.
Pablo tardó en contestar, cerró los ojos fuertemente y apretó los labios. Respiró profundamente y respondió.
-Hola-
-¿Qué… tal estás Pablo?-preguntó ella.
Pablo no sabía muy bien que contestar, dudó durante unos segundos.
...
-…Vivo, sigo vivo como te prometí- dijo con voz carrasposa y grave.
Seguía muy nervioso, casi no le salía la voz, su corazón bombeaba demasiado deprisa y no podía parar el movimiento repetitivo de su pierna derecha que casi parecía un espasmo continuado.
-Me alegro- contestó ella con voz tranquila.
Hubo una pequeña pausa…
...
-¿Y tú, …cómo estás tú?- preguntó Pablo mientras le caía una lágrima.
-…Bien…,yo estoy bien- contestó ella casi susurrando.
De nuevo un silencio, esta vez un poco más largo.
...
-¿Qué... quieres?- preguntó él con tono educado.
-Pues…; quería decirte una cosa.
-… ¿Una cosa?...bueno…, algo es algo, después de un mes sin saber de ti...
-Pablo…esto es muy difícil para mí…por favor escúchame,…por favor-
Pablo esperó a que ella hablase.
...
-Mira…llevaba unos días encontrándome muy mal…y creía que eran esos achaques que a veces me entran…y bueno…fui al médico para hacerme…para hacerme una analítica...
Pablo se asustó, tragó saliva y pensó lo peor, durante el tiempo que duró su relación, ella había padecido dolores muy fuertes que en alguna ocasión les habían llevado al hospital y los médicos nunca supieron con exactitud el diagnóstico.
...
-¿¡Estás bien!?- preguntó asustado.
-Sí, sí…estoy bien Pablo… no es nada malo, esta vez si me dijeron la causa…no es…no es nada malo…-añadió.
Pablo suspiró aliviado.
-¿Qué te pasaba entonces?- preguntó.
...
Ella tardó en responder, Pablo estaba de nuevo nervioso, la conocía lo suficiente para saber que esos silencios eran el preludio de algo inesperado.
Ella respiró y dijo:
-...Pablo...estoy embarazada-
Pablo quedó paralizado, durante unos minutos dejó de respirar, miraba fijamente con los ojos inmóviles la última frase que había escrito en su relato: “suenan doce campanas y un disparo”
Veía como parpadeaba la barra vertical en la pantalla del ordenador al final de la palabra disparo.
-...¿¡Cómo!?...- preguntó casi susurrando.
- ...Estoy embaraza- dijo en voz muy baja.-Estoy embarazada de un mes y dos semanas- añadió.
Pablo permanecía inmóvil, sin tragar saliva, sin pestañear, manteniendo la respiración sin darse cuenta.
Pasaron unos minutos, unos minutos eternos. No se escuchaba nada, nada.
-¿Embarazada?- repetía Pablo casi sin voz.
-Sí..Pablo...va a ser padre-.
continuará
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