Que esto sea eterno al destino clamo.
Partes a tierra de Gerardo Diego
mientras yo espero y fervoroso ruego
para poder decirte pronto -te amo-.
Se clavan las lágrimas que derramo
como astas que me van dejando ciego.
Arde mi alma y marchita con el fuego
hasta que regreses con tu reclamo.
Yo, que soy golondrina de Febrero,
enamorado; “poeta” maldito,
fútil naufrago en vez de marinero.
Ansió dejar a bien por escrito
mi gran deseo de ser el primero
en enseñarte el amor infinito.
El seguimiento continúa y cuando os enterasteis de que eyaculaciones había muerto las visitas al blog se dispararon, desde todos los puntos del globo terráqueo las entradas se han ido sucediendo. Sin saber muy bien por qué, he conseguido escapar de la censura, de las escuchas, de los espías que me vigilan. Sigo estando en el punto de mira, lo sé y lo asumo, pero hasta que me llegue el momento seguiré eyaculando. Apuntásteis y fallásteis. Todavía sigo vivo.
que siguiese leyéndome esos libros
apilados en mi estantería que han ido cogiendo polvo
con el paso de los años
para con una sonrisa preguntarme
en defensa de la soledad.
La falta de valor provocada por la alienación de la sociedad actual nos impide pensar profundamente en la no-vida. Aunque todos nos hemos dejado llevar alguna vez por los sentimientos viscerales a causa de un dolor insostenible, pocos y en escasas ocasiones, han reflexionado insondablemente sobre ello.
Nadie es dueño de sí mismo y sólo nos damos cuenta de ello cuando la vida enmudece y la soledad más profunda inunda “nuestro” cuerpo para estrangularnos el alma, que no opone resistencia. Se limita a mirar con los ojos de una criatura recién nacida mientras es devorada por los recuerdos más espantosos de "nuestras" acciones pasadas. Entre convulsiones incontrolables vamos muriendo lenta y agónicamente, suplicando clemencia cuando en el último suspiro somos presa del pánico, pues todos tenemos una ligera idea de la muerte ajena, pero nadie es capaz de soportar tal ignominia en sus propias carnes.
Cuando se mira la vida con los ojos de un vencido
nada tiene sentido
la poesía no tiene cabida,
es más, ni siquiera es necesaria,
pues sin esperanza
no hay versos
y sin versos no hay existencia.
Es hora de involucionar
y asentar como principio
la afirmación de Schopenhauer:
"la felicidad es la usencia de dolor"
Se ha ido y al parecer para siempre.
Hace unos meses sufrió un terrible accidente
al despeñarse
contra la Verdad de la vida.
Anteriormente había creído
(y se compadecía por ello)
ser superior al resto
en el único aspecto importante.
No lo consideraba una virtud sino un defecto
pero llegó a pensar que todo era cierto.
-Los "escritores" son unos cobardes
y los "poetas" miserables asesinos a sueldo,
(sus víctimas...ellos mismos)-
Él fue su propio verdugo.
Hace aproximadamente un año conoció a una escritora
extremadamente inteligente, con ojos saltones
que cariñosamente apodó como pequeña Buk.
(La admira)
Hoy recuerda unos versos suyos:
"Se me ha llenado de arrugas el puto corazón
Se me ha teñido de canas la vista
El odio danza en mi lengua,
que ya funciona por si sola
quisiera arrancarla,
volver a ser yo
¿Acaso ya es tarde?
Ni lo sé, ni me importa
Ahora voy a limitarme a encender el próximo cigarrillo
Voy a tumbarme en la cama
miraré el techo,
construiré formas sobre el maldito gotelé,
rezando por tener una pistola"
En estos momentos él se sentía así.
Hacía meses que no escribía algo "decente",
ni sabía cómo hacerlo, ni se atrevía
Estaba perdido.
Quizá el pacto con sí mismo
se estaba cumpliendo
y desear vivir como el resto
había comenzado a matarlo.
sin ninguna pretensión determinada…
-¿Qué intento hallar tras esta penitencia autoimpuesta?-
-¿Cuál es la verdadera intención de mi dolor?-
-¿Por qué tengo la imperiosa necesidad de seguir sufriendo?-
He trepado desnudo, elevado hacía el nirvana
y he alzado gritos viscerales que yacían
entre la cascada de un placer desconocido.
He derramado vida in útero,
vertido la prolongación
de mi existencia dentro de la cueva oculta
que se posiciona bajo los parámetros
de un onirismo exacerbado.
¡Bendita oscuridad!
La lucidez brota de la sangre,
el remordimiento desgasta el alma
e impide el olvido,
por eso uno vuelve a sus principios,
a esa liturgia que lo caracteriza:
su escritorio
que parece ya un cementerio
se muestra impoluto desde hace unas semanas.
Recuerda las madrugadas
en las que intentó formular
absurdas teorías pseudo-metafísicas
para luchar contra la alienación
que ha hecho de la seres humanos unos miserables.
La sociedad ha aunado la virtud animal
con la "razón"
- (gran defecto del ser humano)-
y al extrapolarla
ha obtenido como resultado
la maldad
y una lícita crueldad.
Es de esa involución de la que intenta huir;
ahora, pasado un tiempo,
se da cuenta de que el dolor es el motor de la existencia,
que sólo este es capaz de liberaros,
de hacernos superar las adversidades más extremas
(las que tiene como víctima el corazón)
y nos permite un planteamiento difícil
pues descarta imperativamente el ensimismamiento
para trazar una visión objetiva de los hechos:
-La certeza sólo es válida si se tiene en cuenta
lo acontecido y estamos dispuestos a repetir los errores-
-El amor si no se ha amamantado con una continua sensibilidad
es algo abstracto condenado al fracaso de lo efímero
y esto puede llevar a la aparición de nuevos Ted kaczynski-
restos de cielos magnéticos
para conservar un lirismo propio.
Camino entre el desierto del más allá
donde confluye el estado de mi espíritu,
me niego a aprehender
aunque ese sea el único modo de supervivencia.
La caverna rebosa prestigio y fama.
Yo soy un ser multiplicado
que ha mutado sobre sí mismo;
mi obsesión se ciñe a la infinitud.
Ayer fui “poeta”, hoy psicópata.
-¡He evolucionado!-
una mutación que ha transformado
mis alas de cera en orgullo
Os buscaré en estos viajes que me acometen
para asesinar vuestros delirios,
arrancaré las órbitas inciertas
de las miradas sin trasfondo;
os cegaré para privaros
de la centelleante luz
que emana de las puertas
por si algún día decidís salir de las tinieblas.
Habéis rebanado las alas de las golondrinas,
una auténtica matanza se ciñe ante mí,
van cayendo como si de gotas de lluvia
se tratase; la sangre lo inunda todo,
es lo más cruel que puede contemplar un ser humano.
Los agónicos gorjeos resquebrajan el cielo
con el grave tintineo de campanas
que repican a duelo.
Ahí tenéis el himno de vuestra victoria.
El amor no nos salvará
de nosotros mismos.
Un día volé más lejos
que todos vosotros
y eso os dolerá para siempre.
Estos momentos de sosiego
son el resultado de un pensamiento visceral
que obedece a la enfermedad
que me acomete
al ver la vida insulsa,
carente de cualquier ápice de humanidad.
Ahora soy más fuerte
aunque siempre tendré a mano el espejo
cubriendo mi espalda.
No tengo miedo
de los espíritus que merezcan ser vengados,
acato mi culpa para poder descansar en paz
de una vez y para siempre
pero que cumplan su objetivo
(y que se aseguren bien de que estoy muerto)
pues si yerran significará
que han malgastado su desquite
y estaremos en paz.
Necesito urgentemente convencerme
de que lo único legítimo
es mirar dónde poner el pie para un siguiente
paso en cierto

Quizá la obsesión quiso que la encontrase arrinconada en el suelo, a simple vista parecía estar muerta, inmóvil, con los ojos cerrados. Me acerqué a ella para cogerla y enterrarla
pero al tocarla abrió los ojos y me agarró los dedos con unas zarpas afiladas que se clavaron en mis dedos. Tal vez era un guiño de compasión. Su corazón palpitaba demasiado deprisa, (no sé si cuando planean retando a la gravedad también le bombea así de rápido)
La llevé a casa, miré bien el torso, le acaricié la cabeza mientras sus saltones ojos se cerraban lentamente
(me recordaron a los de Sara, mi poeta favorita)
Creía que se estaba muriendo, no observaba ninguna herida superficial pero sé que las golondrinas jamás tocan el suelo,su elegancia y su esmoquin deben relucir entre el azul del cielo, por eso me asusté; siempre soñé con tocar una golondrina, con poder observar de cerca esas guadañas, ese buche suave y emplumado. Era horrible tener en mi mano la libertad muriendo lentamente…pero entonces salí al balcón de mi casa (donde revolotean todas las tardes) y la lancé.
Tuve la oportunidad de ver como sus ojos se abrían y sus alas
se extendían para darse impulso y subir a lo más alto. Observé cómo se perdía en la profundidad del cielo mientras yo sonreía y derramaba una lágrima.
He pasado cinco años en Altea fotografiándolas, examinándolas, adorándolas… y ahora unos meses antes de abandonar mi pueblo he tenido la oportunidad de ayudar a una de ellas. Nunca olvidaré el calor que desprende su cuerpo y la perfección de sus alas.
Sólo necesitaba un empujón para volar de nuevo y yo se lo debía, he volado gracias a ellas y hoy una de ellas ha vuelto a volar gracias a mí (aunque mi deuda con ellas nunca será saldada)
Hoy esperaba
que lo pragmático se diese cuenta
y fuera consecuente;
que afrontase la inutilidad de su virtud
ante los hechos.
Es cierto que ha respaldado teorías,
asentado la base de las ciencias,
pero es absurdo cuando hablamos de pasión;
de detener el tiempo,
de hacer nuestro el universo,
de medir la tinta en los versos,
el sentimiento de la rima,
la expontaneidad del segundo,
la pureza del sexo.
Jamás serás consciente de la importancia
que tienes para mí querido Pablo.
Tu nombre es el mío y como tu padre
no concebía otro nombre para tí.
Unos meses atrás fuiste tú
quien me hizo sonreír al saber de tu existencia.
Todavía te forjabas en un útero de esperanza,
entre un vientre sideral mientras yo pintaba
en tu habitación una bandada de golondrinas
para que gorjeen en los días tristes.
Te mecí entre mis brazos
y sentí algo
que jamás creí posible.
Me mirabas, inmóvil, sin llorar,
entonces acerqué mi dedo índice,
acaricié tu chata naricita
y tú lo cogiste con tu manita blanca y fina
observándome fijamente sin extrañarte.
Cuando crezcas te contaré la historia de un niño
que sosegó la duda de un hombre.
Hasta entonces te acompañaré cada noche
junto a las aves que revolotean en tu cuarto.
Deseo
besar
unos labios
que digan la verdad,
donde la cordura
tenga la potestad
de equivocarse
y la única mentira
que pueda escuchar
sea -no sé si debería besarte-
Hoy me hubiese gustado viajar a través
de sus manos y la tinta de los libros
hasta La Argentina,
o tal vez
trasladarla a ese París bohemio
embadurnado por el aroma a óleo
y sus frías madrugadas…
pero ha sido imposible.
Izar las velas para adentrarnos en la mar
de los susurros y el desvelo
de miradas cómplices…
pero ha sido imposible.
Dormir entre los ojos de la luna plateada
acariciando un carpe diem literario
bendecido por la complicidad de un astro fugaz...
pero ha sido imposible.
Hoy me hubiese gustado pensar que sigo vivo,
lidiando a la gravedad como un trapecista invidente
pero ha sido imposible.
Hoy me hubiese gustado que el Sábado
fuese Domingo y este no diese paso a un Lunes
para verla sonreír eternamente
pero ha sido imposible.
Hoy me hubiese gustado regalarle un libro,
qué se yo, de Cesare Pavese y que el azar
me llevase a leerle:
“Volveremos a la calle a mirar transeúntes
y también nosotros seremos transeúntes. Idearemos
cómo levantarnos temprano, deponiendo el disgusto
de la noche y salir con el paso de otros tiempos”
pero ha sido imposible.
Hoy me hubiese gustado regalarle una flor
pero… ha sido imposible.
Ayer clavé de nuevo sobre mis muñecas unos clavos
que nunca debí quitar pues las heridas siguen sangrando;
debo cargar con la penitencia que me perseguirá el resto de mis días
No pasa nada, no pasará nada.
He bebido la sangre de su cuerpo
me he retorcido entre la soledad de mi abandono.
Estos momentos de sosiego
son el resultado de un pensamiento visceral
que obedece a la enfermedad
que me acomete
al ver la vida insulsa,
carente de cualquier ápice de humanidad.
Quiero volver a vuestros úteros
(donde dormité, combatiendo el insomnio)
en los cuales derramé mi esencia
para jugar con la soga carnal
que revoloteaba entre el ultramar
soslayando la potencia de nuestra semilla.
Yo renegaría de mis principios
y ganaría la custodia.
He jugado a ser Dios
y este se ha encargado de recordarme
que no estoy a su altura...en estos momentos se me está inundando la habitación.
El sol pesa entre la niebla del ocaso
marchitan las palmeras ,
muere el día y en el cielo escasas aves vuelan en silencio.
Es la estampa típica de los domingos en Altea
pero cerca de aquí, una mujer observa otro paisaje
desde su ventana,
sentada,
en su estudio
(yo imagino que sobre él se han posado los hombres más románticos)
aunque ultimamente no hay ningún féretro de hojas y tinta
con melodías consonantes
que le susurren
o le den las buenas noches
ella ha dedicado sus mejor años a ser amante de las letras.
(Días atrás me confesó que se había detenido a observar
un atardecer en la carretera;hoy espero que disfrute de la melancolía)
Gracias por trasladarme al punto de partida
pues ahora sé que los invertebrados sólo fueron un cruce
de caminos necesario para darme cuenta que una vez
conocí la Verdad aunque no supe verla.
En los días que restan para ser polvo
puedo descansar en paz
y dedicarme a la vida contemplativa
junto a una sonrisa que lleve tu nombre.
No espero nada y tampoco lo necesito.
-¡Me has liberado!-
Video-poema desde Méjico hasta España.
Lola Gonzales y Pablo LLorente
Esta mañana he salido al balcón de mi casa,
es un inconveniente que sea un primer piso
(no hay suficiente altura)
pero se ve el mar entre los dos edificios de enfrente,
por eso lo alquilé.
Hace un sol, típico de esta tierra,
que hoy enfría los huesos.
Apoyando los codos en el muro miro a mi izquierda
la ventana del vecino/a y su negra reja desde donde
florecen hacia abajo unos claveles rojos,
que parecen, a su corta edad, cansados de erguirse;
jamás creí en la empatía de una planta.
-¿Quién les prometió a ellos la eternidad?-
-¿Se enamoraron, quizá, de unas rosas de Sarón
y pagan ahora la condena?-
Entro al salón para escribir los “versos” anteriores
y al salir de nuevo afuera, entre el tendido eléctrico,
las chimeneas jubiladas y las tejas enmohecidas,
una golondrina cruza delante de mí
(hacía meses que habían emigrado junto a la primera mujer que me abandonó)
pero esta vez no he sonreído y eso me preocupa.
Ya no creo en las señales,
sólo deambulo entre recuerdos e intento evitar salir de casa
para no molestar a nadie.
Me agota: el continuo esfuerzo de los se preocupan por mi
y vienen a verme cada X horas para hacerme compañía,
(luego se van, destrozados por mis lloros y mis palabras y llegan otros)
las incesantes llamadas telefónicas para asegurarse que sigo aquí.
Queridos míos, he aprendido,
no hay nada escrito y es mejor que continúe así,
-quien de verdad quiere lo consigue-
no hace falta remitir cartas,
ni escribir poemas con arrolladoras metáforas,
secillamente –acción-.
Hace ahora una semana, hablaba con unos amigos
en este mismo balcón, sobre el más allá, preveía lo que iba a sucederme,
y la verdad, me tranquilizó la teoría de uno de ellos:
-No hay nada, sólo el vacío-
Al escuchar esta afirmación sonreí y contesté:
-¿Y habrá alguien que tenga la potestad de juzgarte por lo que has hecho?-
-No, sólo los creyentes tienes esa duda porque necesitan un perdón-
-¿Y crees que tu mente sigue funcionando una vez has puesto término a tus días?-
-No Pablo, te digo que todo termina-
(Entonces sentí una liberación absoluta)
-Pero también te digo que quien piensa en cómo será su final
está enfermo y no lo piensa en serio- añadió.
Volví a sonreír y creo que esa será la última vez.